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    Peregrinaje a Badrinath - parte 1
    por Durga Ahlund

     

    Desde comienzos de 1990 he empezado a viajar a India cada dos años. El sur, especialmente Thiruvanamalai, me ha proporcionado grandes experiencias y alegrías. ¡Sentí que todo lo que uno tenía que hacer allí era sencillamente quedarse el tiempo suficiente, y todo sería descubierto! Hay magia alrededor de la montaña Arunachala (la montaña roja que Ramana Maharsi consideraba la encarnación de Siva). Algunos de los Siddhas (maestros realizados de Yoga) se manifiestan allí cada cierto tiempo. He presenciado esto por mí misma.

    No conseguí ir a Badrinath, en los Himalayas, hasta 1997, y luego de nuevo en 1998. Hay algo en Badrinath. Pienso en los numerosos buscadores espirituales que han experimentado “la llamada” de Badrinath. Una vez viajé allí, me quedé enganchada, completamente. En los dos primeros viajes planté alguna parte de mí en su tierra. Algo que podría crecer o atraerme allí de nuevo. Desde entonces he continuado volviendo al menos cada dos años Hay muchos sitios secretos donde Babaji hizo tapas (penitencia yóguica). Badrinath es donde nuestra tradición dice que Él alcanzó el Soruba Samadhi (el cuerpo dorado de inmortalidad). Otro sitio es Santopanth Tal, un hermoso lago verde, formado de un glaciar y rodeado de montañas por todos lados. Toda el área se dice que es un glaciar, y su acceso es difícil incluso en verano. Mana es una pequeña aldea a 2 kilómetros de Badrinath, cerca de la frontera con Tibet. Es aquí donde el río Saraswati surge a la superficie para unirse con el río Alakananda. Aquí se dice que el sabio Vyasa escribió el Mahabharata con la ayuda del Señor Ganesha. Gran parte del Mahabharata sucede en esta zona.

    Los aldeanos de Mana son una comunidad de mongoles, los Bhotia. Son gente pacífica con cara sorprendente y fuerte constitución. Sus caras profundamente surcadas les hacen parecer mayores de lo que son, y la luz de sus ojos, sabios. En esta pequeña aldea en la cima del mundo hice en 1998 el voto de regresar al año siguiente para hacer el peregrinaje a Santopanth Tal, una caminata de 23 kilómetros desde Badrinath, a una altura de 4.877 metros. No pensé cómo podría cumplir tal cosa. Sencillamente hice voto de que lo haría.

    Unos meses después, Marshall Govindan contactó conmigo y dijo que iría a Santopanth Tal a finales del verano/comienzos del otoño y que se llevaría a dos personas con él. Se imaginó que yo querría ir. Por supuesto que quería ir. ¡Un voto, pensé, es todo lo que hizo falta! Conforme se acercaba el verano, oí que más y más gente iba a ir con nosotros. Seríamos cinco, luego siete. A comienzos de julio iban a ir quince personas. Govindan me dijo que muchas más querían ir. Alguien preguntó si podía ir en pony.

    Me estaba irritando y perdiendo completamente el interés en el viaje. Medité sobre si todavía debía ir. Siempre pensé que viajaría sólo con dos personas más, fuesen los que fuesen. Medité de nuevo a la noche siguiente para asegurarme de que había oído correctamente. Por la mañana, antes de que tuviera oportunidad de telefonear a Govindan para contarle mi cambio de opinión, él había cancelado el viaje. Gaetane, su mujer entonces, tuvo un sueño vívido en el que Babaji le dijo que Govindan debía cancelar inmediatamente el viaje a Santopanth Tal. Govindan escribió en un email que envió a todos: “Babaji dice que el grupo se ha hecho demasiado grande. Y más aún, él (Govindan) sentía que no era el guardián de la puerta. Él iría solo a Santopanth. En el futuro, si alguien quería ir allí, tendría que arreglarlo con Babaji mismo”. ¡Me sentí aliviada! Sabía que Babaji no quería viajes de grupo a Su ashram secreto. Me sentí regocijada de haber escuchado correctamente, aunque triste por no poder ir allí ese año.

    Después, a lo largo del día, recibí un email de un kriyaván que conocía ligeramente, que escribió “¡tú y yo nos vamos a Santopanth! Puedo arreglarlo todo. Te llamaré después con todos los detalles” – Randy.

    Bueno, pensé, no importa cuánto quiera ir, de ninguna manera iba a ir a Santopanth Tal sola con él. Randy se abría paso a través de las montañas pero era avasallador y siempre parecía tener sus propios planes conmigo, a menudo monetarios. Era alguien con quien tenía un karma unilateral o desigual. Me gustaba y él tenía una devoción sincera por Babaji. Y parecía estar en mi camino por un propósito específico. Tú sabes, por experiencia, que hay algunas personas que vienen a tu vida en el momento perfecto, ejecutan alguna función importante para ti, o tú la ejecutas para ellas, y luego se van. Randy era una de estas personas. Pero aun así, escribí a Randy que no me sentía cómoda yendo sola con él y que no tenía dinero para él.

    A la mañana siguiente me escribió Devananda: “¡Hay un lado bueno en esto! Tú, Randy y yo vamos a Santopanth Tal! Ve y compra tu equipamiento. Te llamaré mañana y podemos hablar de las fechas y de los arreglos del vuelo”. ¡Y así era! Devananda era un buen amigo y su mujer me conocía, y él se ofreció a ayudar financieramente a Randy con el viaje. Me fui de tiendas para comprar el equipamiento tal como sugirió, y establecimos las fechas y compramos los billetes esa tarde.

    Devananda estaba enfadado, no porque se hubiese cancelado el viaje en grupo. A él no le gustaba tampoco la idea de un gran grupo, pero él hubiese querido ir con Govindan. Govindan le había dicho que no. Devananda fue el primer profesor formado por Govindan, y todos habíamos estado hablando de este peregrinaje durante un año. Yo estaba feliz con Govindan. Él había cancelado el gran grupo y se negó a llevar a Devananda. Y yo iba a ir gracias a eso. Sin embargo, no recuerdo que hiciésemos saber a Govindan que los tres íbamos a ir a Santopanth a finales de agosto. Todo había sucedido muy rápidamente. Siempre que planeas un verdadero peregrinaje, éste comienza en el momento en que decides que vas a ir. Tu ciclo de ensoñación se vuelve vívido, tus meditaciones importantes, y tu vida comienza a sacarte tu karma a velocidad de la luz. Causa y efecto se vuelven de lo más perceptibles. Y eso es lo que comenzó a suceder casi inmediatamente.

    Compartiré un sueño que tuve, que tiene importancia en mi historia. Estaba caminando por una ladera de las montañas. Una mujer estaba sacando agua del río. Ella era adorable, con un largo cabello negro. Caminé hasta ella y le pregunté dónde podría encontrar a Babaji. Ella dijo que nunca puedes encontrar a Babaji porque nunca puedes reconocer a Babaji, incluso si te lo encuentras y hablas directamente con Él. Me senté junto a ella durante un tiempo. “OK”, me dijo conforme se iba, “Él será estricto contigo y lo conocerás, y la gente dirá que le falta un tornillo”:

    Los tres nos encontramos en Nueva York en el aeropuerto de La Guardia. No dijimos dónde nos encontraríamos, pero apenas llevaba allí diez minutos cuando escuché decir mi nombre y apareció Randy. Unos minutos después vimos a Devananda, que parecía Indiana Jones, caminando hacia nosotros, sonriendo como el gato de Cheshire de Alicia en el país de las maravillas. Fuimos bailando hacia el mostrador de Air India y facturamos y pedimos tres asientos juntos. El empleado nos dijo que había multitud de asientos y que podíamos tener una fila entera para cada uno si queríamos. Pero nos queríamos sentar hombro con hombro.

    Hablamos durante todo el camino a Nueva Delhi. Compartimos cómo habían sido nuestras vidas desde que decidimos emprender este viaje. La mujer de Devananda tuvo todo tipo de premoniciones sobre autobuses saliéndose de los caminos de las montañas y mucha gente muriendo. Nada podría disuadirnos. La buena noticia es que ella no nos había visto al final de ningún barranco. Randy y Devananda tuvieron meditaciones con Babaji durante varios días. Y Devananda comentó que Él le dijo muy claramente que eran bienvenidos, pero que no esperase “una banda de recibimiento”. Estábamos sencillamente exultantes de felicidad. Sentí como si hubiese ganado la lotería o el concurso de Miss Universo. Aunque había soñado con este viaje durante los últimos diez años, finalmente había llegado perfectamente, como sin esfuerzo, y en un instante.

    Llegamos a Delhi alrededor de medianoche. Recogimos nuestras maletas y nos dirigimos fuera de la puerta de recogida de equipaje. Había olvidado que Devananda nunca había estado en la India antes, y cuando llegamos a la sala principal de la terminal, donde la gente esperaba las llegadas, él se detuvo literalmente en seco. “Oh Dios” fue todo lo que dijo. Sencillamente sonreí. Randy nos arrastró hacia las puertas principales. Yo siempre contrato un taxi prepagado en la terminal porque luego todo es muy frenético, pero Randy iba por delante de mí. Me volví a decir algo a Devananda al respecto, y en el momento en el que me giré hacia atrás, un chico joven había tomado mi carrito y se precipitaba hacia las puertas principales, diciendo, “¡venga madame, sígame, yo tomaré su taxi!”

    “Espera” grité. Y corrí tras mi equipaje. Los tres seguimos al chico fuera de la terminal y a través de la multitud de personas, taxis y rickshaws. El chico mantenía un ritmo rápido, pero seguía mirando hacia atrás diciendo “venga madame, su taxi está por aquí”.

    Caminamos a través del aparcamiento hasta un terreno cubierto, y ahí había un taxista de pie junto a un coche Hindustan Ambassador. El conductor del taxi le dio algo al chico, que se fue. Ni siquiera nos pidió propina. El taxista empaquetó nuestras bolsas en el maletero. Devananda y yo nos sentamos detrás y Randy subió adelante, con el conductor. Le dije a éste que nos llevara a Connaught Circus, a un hotel determinado, para pasar la noche. Randy le dijo que íbamos a Badrinath. El taxista nos dijo que necesitábamos salir de Delhi, que era peligroso, que había ataques terroristas y cosas así debido a las próximas elecciones. “No es seguro permanecer aquí. ¡Deben ir ahora a Haridwar!”.

    Le dije “llévenos a Connaught Place”. Él me ignoró, hasta que le toqué en el hombro y le dije, “señor, llévenos al Park Hotel en Connaught Place”.

    Él dijo sin mirarme, “¡no sé dónde está!”.

    Connaught Place es una de las zonas más conocidas de la ciudad por los turistas.

    “Necesitan llegar a Haridwar esta noche. Les llevaré a una agencia de viaje del gobierno, ellos les conseguirán un taxi fuera de la ciudad esta noche”.

    Devananda estaba sentado atrás y parecía estar disfrutando de toda la experiencia. No dijo una palabra. “Estoy cansada, quiero ir a Connaught Place”, discutí.

    El conductor se volvió para mirar por el retrovisor, y mirándome directamente a los ojos, dijo, “madame, ¡siéntese atrás y cállese! Yo cuidaré de usted. ¡Deben salir de Delhi esta noche!”.

    “¡Oh Dios mío!”, pensé, “¿quién es éste?”. Me senté en el respaldo y esperé a ver qué podría suceder a continuación. Randy se volvió hacia atrás desde el asiento delantero y movió sus labios para indicarme que el taxista estaba borracho. Así se suponía que me tranquilizaba. Randy comenzó una charla sin parar con el conductor, conforme éste nos llevaba por todo tipo de vecindarios y de oscuros callejones. Unos quince minutos después llegamos a un edificio que estaba completamente oscuro.

    “¡Aquí estamos!” dijo el taxista con una enorme sonrisa en el espejo.

    “Está cerrado”, dije.

    “No, ellos están aquí, ¡les despertaré!”. Y se fue. Unos minutos después vino la luz, se abrió la puerta y fuimos invitados adentro por dos jóvenes bostezantes, que estaban enrollando sus camas de la oficina. Y sí, en verdad era una agencia de viajes del gobierno. Y sí, podrían conseguirnos esta noche un taxi para Haridwar.

    Pregunté si podríamos conseguir una habitación de hotel en Connaught Place, y de nuevo el taxista metió baza diciendo que en realidad no necesitábamos un hotel en Delhi, íbamos a los Himalayas. Así que los agentes fueron a trabajar para encontrarnos un taxi que nos llevase esa noche a Haridwar. ¿Queríamos un coche nuevo? ¿Tenía que ser con aire acondicionado?

    Dije, “¡quiero un conductor muy bueno y un coche de lo más nuevo y fiable!”. El conductor del taxi estaba de pie justo a mi lado y sonrió, y en vez de pedir su tarifa y dejarnos para buscar otro viaje, se sentó en la silla vacía al lado de Devananda. Randy tuvo que permanecer de pie, ya que no había más sillas. Me estaba volviendo más y más suspicaz respecto a este hombre que estaba en medio de nosotros.

    Unos quince minutos después el taxista cogió el sombrero de la cabeza de Devananda y se lo puso en la suya. Mi mandíbula cayó cuando vi que el taxista parecía Indiana Jones. Estaba totalmente perpleja de ver al conductor hacer algo tan íntimo, y también sorprendida de que pareciera tan imponente con el sombrero. Entonces lo miré realmente. Su cara era hermosa y sus ojos brillaban con una chispa de deleite. Devananda se lo estaba tomando todo con calma. Randy estaba agitado y entraba y salía del edificio. El agente de viaje al teléfono estaba frunciendo el ceño y mirando al taxista con miradas de soslayo ocasionales. Unos minutos después el taxista puso de nuevo el sombrero en la cabeza de Devananda y ajustó de forma correcta su cola. Se volvió hacia mí con una sonrisa. Aún seguía sin moverse y sin pedir su tarifa.

    De hecho el taxista no se fue hasta que fuimos capaces de localizar un taxi y de encontrar un conductor, que fue llamado y venía en camino. Esto llevó horas. En un momento dado me levanté para dejar a Randy que se sentara, y caminé hacia una pequeña habitación continua. Antes de que el taxista se fuera, vino hacia la habitación donde yo estaba y dijo “estoy muy feliz de haberte encontrado. ¡Es un placer!”. Tomó mi mano y la llevó a sus labios y la besó muy gentilmente. “Sí, estoy verdaderamente muy feliz. ¡Que tengáis un maravilloso yatra (peregrinación) a Badrinath!”. Todo lo que podía hacer era mirarle directamente a sus ojos. Entonces él soltó mi mano y llevó del dorso de su mano hacia mis labios (¿?). Incliné mi cabeza como si eso me ayudase a verlo más claramente. Me mordí el labio, junté mis manos en pranam en mi corazón, y sonriendo, moví mi cabeza ligeramente. “¿Quién eres tú?” le dije.

    Él sonrió y abandonó la habitación. Le seguí, él estrechó su mano con Devananda y nos deseó un pasaje seguro, y luego todos le seguimos afuera. El conductor se giró entonces hacia Randy y le pidió algún dinero.

    Randy dijo, señalando a Devananda: “Él ya te ha pagado, ¡vete!”. El hombre dijo, “¿quieres decir que no me darás siquiera 10 rupias?”. Me precipité hacia él con dinero en mis manos. Él se giró hacia mí y con su mano dijo no. Di un paso atrás. Randy dijo “él ya te ha pagado, estoy seguro de que te ha pagado bien”. Él lo intentó de nuevo con Randy, “¿y cinco rupias? ¿Me negarás cinco rupias?”. Y de nuevo Randy lo despidió.

    Él sonrío, se giró y caminó hacia el taxi.

    El agente del gobierno salió del edificio al aire de la noche. Nos riñó, “¿dónde lo encontrasteis? ¡Fuisteis insensatos al dejar que un hombre como ése os llevara en taxi!”.

    “¿Qué quieres decir?”, dije, “¿lo conoces? Nos condujo justo hasta aquí, negándose a ir a ningún otro lado. Pensé que tendrías un acuerdo con él. ¿No viene aquí siempre?”.

    “No”, dijo el hombre joven, “nunca le había visto antes aquí”:

    Randy dijo, “sí, estaba borracho”.

    El agente replicó, “no, todos ellos están borrachos, pero éste no estaba borracho. Estaba loco”. Se sentó en el escalón. “No, éste”, hizo una pausa, “¡a éste le faltaba un tornillo!”.

    Casi me desmayé. Me giré y me precipité hacia el taxi. No lo había oído marcharse, pero ya no estaba ahí. Nadie le había visto irse. Mantuve mis pensamientos en privado, para compartirlos en el momento adecuado en Santopanth Tal. ¡Ah, India!


    - Peregrinaje a Badrinath, parte 2



    Traducido del blog http://seekingtheself.com con el permiso de la autora


 

 

 

 

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