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    Sri Aurobindo y la consciencia supramental
    por Nityananda

     


    El nivel último de realización espiritual para los Siddhas es el soruba samadhi, en el que la Divinidad se manifiesta incluso a nivel de las células del cuerpo físico, espiritualizándolo. Esto es consecuencia de la sadhana y la entrega a la Divinidad a todos los niveles, lo que produce el descenso de la gracia divina, según explican diferentes textos escritos por los Siddhas.

    Sri Aurobindo, desde su sistema, llamado Yoga Integral, propugna ideas coincidentes con la de la tradición Siddha.

    Para él, el mundo no es una ilusión de la que hay que escapar hacia un Absoluto más allá, sino la manifestación real de la Divinidad, que a la vez intenta abrirse paso y mostrar su perfección a través de sus formas: “El Ser que está escondido en lo que parece ser un vacío inconsciente emerge en el mundo, primero en la Materia, luego en la Vida, luego en la Mente, y finalmente como Espíritu. La energía aparentemente inconsciente que crea es en realidad la Consciencia-Fuerza de la Divinidad”. (1)

    Y su sadhana (práctica espiritual) busca no sólo la perfección humana, sino la entrega a la fuerza Divina, para una completa transformación: “El objeto del Yoga es entrar en la Presencia y Consciencia Divina y ser poseído por ella, amar la Divinidad sólo por Ella misma, sintonizar nuestra naturaleza con la naturaleza Divina, y nuestra voluntad, nuestras obras y nuestra vida, para ser el instrumento de la Divinidad”. (2)

    “Este yoga acepta el valor de la existencia del cosmos y sostiene que ésta es una realidad; su objeto es entrar en una Consciencia-Verdad superior en la que la acción y la creación sean la expresión no de la ignorancia y la imperfección, sino de la Verdad, la Luz, el Gozo Divinos. Pero para ello es indispensable la entrega de la mente, vida y cuerpo mortales a esa Conciencia Superior”. (3)


    El principio transformador

    Según explica Sri Aurobindo, entre la consciencia divina absoluta (“Satchidananda” o ser-consciencia-gozo), y la creación inferior, existe un principio al que llama “supermente” o “supramental”. Este principio abarca la Divinidad en su aspecto absoluto y en su aspecto manifestado; es como el vínculo Divino entre el Dios no manifestado y su creación:

    “Por el supramental entiendo la Consciencia-Verdad, sea en el universo o por encima de él, por la que la Divinidad conoce no sólo su propia esencia y ser, sino también Su manifestación… Por ella es conocido el Ser, pero también la verdad de la manifestación, porque ésta es también Eso. Es un poder dinámico y no sólo estático”. (4)

    “El supramental no es imponente, distante, frío y austero; no es algo opuesto a una plena manifestación vital y física, ni inconsistente con ella; por el contrario, lleva en él la única posibilidad de la plenitud completa de la vida física en la tierra. Es simplemente la Consciencia-Verdad, y lo que trae con su descenso es la plena verdad de la vida, la plena verdad de la consciencia en la materia”. (5)

    La experiencia del supramental, y su descenso a los cuerpos mental, vital y físico, es el principio evolutivo que puede hacer posible la transformación de la naturaleza inferior, incluyendo, en último término, la divinización del cuerpo físico:

    “Sólo la supermente puede transformar la naturaleza inferior… Es el poder supramental el que transforma la mente, la vida y el cuerpo – no la consciencia de Satchidananda, que sostiene imparcialmente todo. Pero es mediante la experiencia de Satchidananda, (existencia-consciencia-gozo puros), que se vuelve posible el ascenso al supramental y el descenso del supramental (en una fase muy posterior)”. (6)

    Toda la sadhana de Sri Aurobindo se basó en la meta de traer la consciencia supramental a la tierra, para beneficio de todos los seres humanos. Cuando dejó el cuerpo en 1950 su trabajo fue continuado por su colaboradora Mirra Alfassa, conocida como la Madre. Sri Aurobindo dejó conscientemente el cuerpo físico para trabajar, desde otros planos, para el descenso de esta consciencia al mundo.

    Respecto a su propósito, declaró que: “Lo que nos proponemos ahora no es hacer de la tierra un mundo supramental, sino bajar el supramental como un poder y una consciencia establecida en medio del resto, para dejarlo trabajar ahí y realizarse a sí mismo, igual que la mente descendió en la vida y en la materia y ha trabajado ahí para como poder para realizarse a sí misma en medio del resto”. (7)

    “El descenso del supramental significa sólo que el Poder estará ahí en la consciencia de la tierra como una fuerza viviente, igual que el mental pensante y el mental superior ya están ahí. Pero un animal no puede aprovecharse de la presencia del poder mental pensante, o un hombre no desarrollado tampoco de la presencia del poder mental superior; así, también no todos serán capaces de aprovecharse de la presencia del poder supramental. He dicho muy a menudo que al principio éste será para unos pocos, no para toda la tierra – sólo entonces habrá una influencia creciente de él en la vida terrenal”. (8)

    Tras una intensa sadhana, la Madre declaró, el 29 de febrero de 1956, que se produjo el descenso general y manifestación del supramental en la tierra: “Yo reconocí esta extraordinaria vibración cuando el mundo supramental descendió. Viene y vibra como una pulsación en las células”. (9)

    Los últimos 15 años de la Madre fueron una sadhana para llevar el supramental incluso a nivel físico, al cuerpo humano.

    Como señala Govindan Satchidananda (10), las descripciones que hacen del supramental recuerdan a las descripciones del soruba samadhi de los Siddhas. La Madre describió así al supramental tras experimentarlo por primera vez: “Había una impresión de poder, de calor, de oro. Era una multitud de minúsculos puntitos de oro, ni más ni menos. Diría que tocaban mis ojos, mi cara. Y con un poder formidable. Y, al mismo tiempo, una sensación de plenitud, la paz de todo poder. Era rico, era pleno. Era el movimiento más rápido, infinitamente más rápido que cualquier cosa imaginable. Y al mismo tiempo una paz absoluta, una tranquilidad perfecta... Y me he dado cuenta de que en ese estado de conciencia el movimiento supera a la fuerza que concentra las células, para hacer de ellas una forma individual”. (11)

    Sri Aurobindo quería conseguir para toda la humanidad el logro que los Siddhas consiguieron de forma individual. El erudito indio T.R. Thulasiram, afirma que “Sri Aurobindo llegó a creer al final de su vida que unos pocos yoguis habían logrado la transformación supramental como un logro personal sostenido por la realización yóguica, y no como dharma (cualidad natural) de la naturaleza”. (12)

    Su legado es imponente, en su amplio volumen de obras, entre la que destaca sus “Cartas sobre Yoga”, en la que ofrece una guía imprescindible para las cuestiones que surgen en el camino profundo del yoga de la transformación. Sri Aurobindo exploró nuevos territorios para la consciencia; su experiencia, su obra y sus pensamientos abrieron un camino de esperanza para la humanidad, sembrando las semillas de un futuro esplendoroso, quizás no tan lejano.

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    1- Sri Aurobindo, The integral Yoga, Lotus Press, 2003, p. 28.
    2- Id.: 28.
    3- Id.: 27.
    4- Id.: 67.
    5- Id.: 68.
    6- Id.: 66.
    7- Id.: 71.
    8- Id.: 71.
    9- Vicente Merlo, Las enseñanzas de Sri Aurobindo, Kairós, 1998, p.245.
    10- M. Govindan, Babaji y la tradición de Kriya Yoga de los 18 Siddhas, Kriya Yoga Publication, 2004, p.159.
    11- Id.: 159.
    12- Id.: 167.

 

 

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